Partida Rol por web

 —Es algo que os salpicará tarde o temprano, pues cuando mi padre regrese no dejará títere sin cabeza. Si eres como creo que eres, no te quedarás quieta cuando las cosas empiecen a ocurrir. Y no estoy diciendo que te enfrentes sola a mi padre, pero puedes unir fuerzas con los que podrían enfrentarse a él, ya sea el ejército del Imperio del Fuego o el gremio Pluma de Fénix. Debéis adquirir toda la fuerza posible si queremos tener alguna posibilidad— asiente con la cabeza —Es cierto, no son nombres agradables. Siento arruinaros esta experiencia, pero sentía que debía avisaros. Tengo el presentimiento de que podríais ser claves en esto.

—No pienso unirme a ningún ejército, ahí dentro no eres persona, eres parte de un bulto —me quejo, pero luego me quedo pensando sobre la otra opción.
No extraño a nadie del gremio, realmente. Tal vez a Cassandra un poquito, la comida de Berner, a Keyleth hace muchísimo que no la veo, aunque ella creo que no estaba en el gremio, era más bien de la orden de no sé qué cosa. No me acuerdo.
—Supongo que si me cae el peligro encima, no voy a correr, pero sí que necesitaré toda la ayuda posible. No, mejor dicho, yo ayudaré a los que saben lo que están haciendo.

Quiero preguntarle si no le es incómodo que sus brazos se conviertan en alas cuando cambia de forma, ¿no es poco práctico eso? Creo que Palax tenía patas delanteras, no lo recuerdo bien.
No, sería descortés, probablemente.

—No lo sé, Kathy, así ahora, lo único que me importa es que nadie se meta con mi hermanita preciosa, mi amiga Anabella, mi familia, a ellos puedo protegerlos. ¿Al mundo entero? No, no me parece.

 —Mi padre no respetará tus deseos ni los de nadie, enloqueció hace muchos milenios y ahora debe estar peor que nunca, borracho de poder y de ira. Si se libera y nadie le detiene, no habrá lugar donde tus seres queridos estén a salvo.

Kathandrix hace una pausa durante unos segundos.

 —No diré que debas participar en ello, pues eso debe ser tu elección. No es mi intención imponer nada, respeto totalmente el libre albedrío de vosotros los humanos. Solo te pido que sigas entrenándote y fortaleciéndote, y llegado el momento contemples esa posibilidad.

—Oye oye, no puedes largar algo como eso y luego decirme que no forzarás a nadie —digo con una risa floja—. Me vería involucrada lo quiera o no.

Abrazo más fuerte a Saya.

—Pero tranquilos, tenía pensado pedirle a lord Celdric entrenamiento riguroso e intenso. Y si no quiere, te doy dos opciones, o lo obligas, o me entrenas tú a mí. Debes tener un montón de cosas para enseñar, ¿no?

 —Hermana, tú ya tienes un maestro. Espera a terminar de aprender todo de él antes de pensar en otros maestros— te replica Saya, lo que provoca una carcajada de Kathandrix.

 —Se nota que estáis muy unidas. Ojalá mi hermano y yo lo hubiésemos estado, así no habría tenido que matarlo hace varios siglos en lo que vuestra especie cono como la famosa Guerra de los Dragones. Oye, ¿queréis que os deje en vuestro templo? Podría viajar hasta allí.

 —Eso estaría bien. Además podrías explicarle a nuestro abuelo que mi hermana no te ofendió. ¿No te parece ideal, hermana?

 —No me importará en absoluto. Y Miyu, no te preocupes por el brazalete. A Kiara no le entusiasmaba usarlo y habíamos pensado en legárselo a nuestra hija, pero con su repentina muerte al final nunca se hizo. Y obviamente mi hija ya está muerta, falleció hace más de 50 años. No estoy precisamente muy unido a ese brazalete.

—Buh, y yo que pensaba que era un regalo importante, ya me había hecho ilusiones y todo —no quiero que sepa si lo estoy diciendo en broma o no—. De que te me estabas proponiendo o algo parecido.

Observo el accesorio más detenidamente mientras comento eso, debe tener algo especial además de ser bonito, ¿será mágico? Me pregunto qué dirá Palax si me ve con esto puesto.

—¿No puedo aprender de varios maestros a la vez? —replico a Saya—. Y sí, definitivamente, quiero que el abuelo lo conozca, así que me parece una excelentísima idea.

 —Siento el malentendido, el regalo es importante pero no tanto como para que me duela mucho hacerlo. Tampoco pretendo cortejarte, yo aún sigo en duelo por mi esposa y presiento que tú tampoco estás por la labor.

—¿No puedo aprender de varios maestros a la vez?

 —Sabiendo lo que te cuesta aprender algunas cosas, no deberías. El abuelo en sus lecciones siempre dice que debemos centrarnos en una cosa cada vez si queremos dominarlo mucho, que si tratamos de abarcar demasiadas cosas no lograremos dominar nada. Yo me centraría en dominar a Hyoso y perfeccionar el dominio de la espada, pues Flavio es un excelente mentor.

No tardáis muchas horas en llegar hasta el templo, lo que contrasta con la semana que os llevó el llegar a Retiro del Dragón. El aterrizaje causa una gran conmoción, que fuer a más cuando salió tu abuelo y Kathandrix se presentó, haciendo que tanto tu abuelo como los presentes se arrodillaran ante él.

 —Eeeh... no, por favor, no me agasajéis de esa manera. No es necesario— dice un poco apurado el dragón rojo.

Tras adoptar su forma humana nuevamente Kathandrix se retira con tu abuelo para hablar, no sin antes indicaros éste que fuerais a vuestra habitación ya que luego tendría que hablar muy seriamente con vosotras. Una vez allí Saya se sienta en su cama preocupada.

 —Algo me dice que no nos vamos a librar de algún castigo.

—Lo convenceré de que me castigue sólo a mí —le respondo, acompañando con un ademán de restarle importancia—. Fui yo la que te arrastré a esto y además era yo la única castigada, tú sí tenías permiso para salir, nadie te obligaba a encerrarte en el cuarto ¿o me equivoco?

Me tiro en la cama y continúo examinando el bonito brazalete. ¿De qué dijo que estaba hecho? Lo tendré siempre puesto, que ahora me preocupa que me lo roben si lo dejo por ahí.

—Aún está de luto por Kiara, ¿oíste eso? —pienso en voz alta—. Han pasado quién sabe cuántos años y aún la extraña, pobre tipo. Y aunque no hubiese sufrido una muerte prematura, la misma los hubiera separado tarde o temprano, debe ser horrible enamorarte de alguien y no poder envejecer juntos. De seguro Palax se lo habrá dicho.

Finalmente me relajo y me quedo mirando el techo con los brazos extendidos hacia los costados.
—Pensé en Key mientras volávamos. ¿Dónde estará ahora? ¿Estará bien? Quién sabe si podremos visitarla algún día.

...

—Y ahora que lo pienso, la gente del gremio jamás te ha visto. A mí me da igual, pero, ¿te gustaría ir por ahí a saludar a todos y que te conozcan?

 —Supongo que la percepción del tiempo será diferente para un dragón que vive miles de años. También creo que Palax se lo habrá dicho— comenta pensativa Saya. Sonríe ante tu propuesta —No estaría mal que me presentaras a los del gremio, pero antes deberíamos centrarnos en mejorar con nuestro entrenamiento.

Un rato después llaman a la puerta. Saya abre la puerta viendo que se trata de Justina.

—Sí que la habéis liado esta vez, tú huyendo cuando estabas castigada y tú sacando sin permiso un objeto y ayudándola a escapar. No voy a decir nada al respecto, no me corresponde a mí juzgar nada. Acompañadme, vuestro abuelo os convoca.

Acompañáis a Justina hasta la sala principal, donde os espera Tesshin muy serio sentado en el suelo. Al lado está Kathandrix en su forma humana degustando una taza de té.

 —Miyu, Saya, sentaos— espera a que os sentéis —Miyu, Kathandrix me ha explicado que en ningún momento fuiste irrespetuosa con él, muy atrevida pero no irrespetuosa. Pero eso no excusa que te hayas escapado de tu castigo provisional con Hyoso, la cual te habíamos requisado. Lo peor de todo es que Saya fue tu cómplice en esto— mira con desaprobación a Saya —Te tenía por la más sensata de las dos, pero veo que te he juzgado mal.

Saya agacha la cabeza avergonzada, en silencio.

 —He decidido vuestro castigo: desde aquí hasta pasado un año, deberéis ocuparos de la limpieza del templo, ayudando a las novicias que se turnen para dicha tarea. Miyu, escúchame bien: para ambas había pensado un castigo más severo, pero el gran Kathandrix ha intercedido por vosotras explicando que queríais mostrarme que no le habíais faltado el respeto. Da gracias a que no he decidido concertar tu boda con alguno de sus descendientes.

 —Vamos, Tesshin, ¿por qué no le dices que no he accedido a concertar esa boda?

Tesshin se sonroja y se gira avergonzado hacia Kathandrix.

 —¡G... gran señor! ¡N... no era necesario decirle nada, que luego se le sube a la cabeza! Yo... yo... yo...

 —Personalmente detesto esa práctica, con todos mis respetos. Todo ser vivo debe unirse con la persona a la que ame con absoluta libertad, sin intereses familiares o económicos de por medio. No pretendo decir cómo deben hacer ustedes vuestras cosas, pero no involucraré a mis descendientes en ello. Y tampoco quiero involucrar a Miyu, pues me cae bien. Otra cosa sería si ella quisiera y hubiese amor de por medio, en ese caso me parecería una esposa estupenda para alguno de mis vástagos.

Kathandrix te mira de reojo y te dedica un guiño cómplice.

—No.
Apoyo mi mano en el hombro de Saya, mirando muy seriamente al abuelo.
—Fui yo la que le pedí que hiciera eso, ella consideró que fue correcto ayudarme y lo hizo por puro amor fraterno. Castígame a mí sola, el doble de fuerte si quieres, pero no le hagas nada a ella, no tiene la culpa. ¿O vas a castigarla por quererme mucho?

La verdad me esperaba algo más grave, pero ¿ayudar a limpiar? Hasta puedo entrenar mientras lo hago, es una buena forma de hacer ejercicio.

—Eeey, no, jamás —trato de evitar matarme de risa—. De los dos que conozco, uno es demasiado estúpido y el otro es demasiado raro. No.
Al viejo no se le escapa una, ya quería hacerse con parientes dragones.
—Perdona, Kathy, pero tus vástagos no te llegan ni a los talones, deberías visitarlos más a menudo, o ellos a ti, y enseñarles cosas.

 —No, el castigo es para ambas. Está decidido y no admito quejas al respecto.

Kathandrix reacciona a tus comentarios sobre sus tataranietos con una sonrisa.

 —Aún son jóvenes y tienen margen de mejora. De todos modos tengo otra tataranieta y mi nieto Celdric, que lleva mucho tiempo viudo para ser humano, aunque no creo que te interese a alguien tan maduro— deja la taza de té vacía tras apurar su contenido y dedica una reverencia —Ha sido un placer visitar el templo, señor Kawakami. Gracias por escucharme y aclarar el malentendido. Por favor, no sea muy duro con sus nietas.

 —No me excederé, mi señor. Después de todo son mis adoradas nietecitas pero he de ser estricto si quiero que sean fuertes.

 —Bien. Miyu, Saya, ha sido un placer conoceros. Regresaré a mi morada.

—Yo también soy joven y... bueno, quizás tengas razón. Pero no es justo, tú vives un montón y tienes tiempo de acumular vivencias y experiencia, nosotros moriremos mucho antes de poder alcanzar esa sabiduría.

A Celdric ni lo tuve en cuenta, ¿qué edad tien ese? ¿ochenta? Y la otra es mujer.

Viendo que el viejo no va a ceder, dejo caer los brazos y le pido mis más sinceras disculpas a Saya.
—No pasa nada, algo bueno saldrá de esto, estoy segura.

 —Pero vivís de forma más intensa y vuestras vidas brillan mucho más. Cuidaos mucho, hermanas Kawakami— dice antes de despedirse y abandonar el templo.

Saya reacciona a tus disculpas con un cariñoso abrazo.

 —Tranquila hermana. Cuando decidí ayudarte sabía que me exponía a esto.

 —En fin, se terminó la reunión. El castigo empezará mañana, así que hoy cenad e id a descansar.

Escucháis el aleteo de Kathandrix emprendiendo el vuelo para marcharse, y poco después entra Anabella totalmente alterada y señalando la salida.

 —U... u... ¡Un dragón rojo! O sea, ¡qué fuerte!