Partida Rol por web

 —Solo quiero ayudar a hacer sonreír a la gente, y yo no puedo hacerlo como artista si hay monstruos o gente mala robándoles la sonrisa. Me gustaría aprender de vosotros, me impresionasteis con cómo os enfrentasteis a Gresaki.

Entramos al edificio siguiendo a Grimgar, que resultó ser una especie de hospicio para cuidar a los desdichados. Mientras que el Rey visitaba a la que a todas luces era su hermana, su escudero, Tristán nos contó brevemente lo que pasó en Azurdistan; sobre su rebelión y por qué empezó.

—No estamos aquí para eso— Respondí sin inmutarme. Pero lo cierto era que no tenía reproches. Una rebelión contra una injusticia. Atacando solo a los objetivos necesarios sin aprovecharse de los indefensos. Seguramente aquellos a quienes ajusticiaron no podrían jactarse de tener las manos más limpias que sus verdugos.

—La política interna de ese reino es solo asunto de los azurdistanies-

Y aunque el comentario de Kally sobre la movida incestuosa me habría arrancado una buena carcajada, no que quedó más remedio que aguantarme. No era el lugar y el momento. Y desde luego no convenía hacer enfadar al Rey y a su mano derecha. O empeorarlo, de haber resultado molesto el comentario de la piromante.

—Al menos parece que este lugar es seguro— Añadí, rompiendo con el tema anterior. Tal vez nuestra reacción sí había sido un tanto exagerada…

—¿Sabes pelear?— me llevé las manos a la cintura con aire heroico. —Hay veces que los monstruos son muy muy temibles, o los enemigos muy muy dementes. Si quieres puedo acompañarte en alguna misión cuando lleguemos, ¡me vendría bien el dinero!

Me senté en el suelo del carro con las piernas cruzadas. —Oye, Tremi, tú has viajado mucho y habrás visto de todo por ahí, ¿qué sabes acerca del amor?— me mordí el labio, pensativa. No éramos demasiados allí, no pasaría nada si abríamos debate, ¿no? —Verás, tengo un novio al que de vez en cuando le gusta hacerse el muerto -y no es gracioso, porque yo realmente creo que muere y lo paso mal-. El tema está en que a él solo parece gustarle que estemos juntos para "esto y aquello", pero no sé si tiene sentido ni si quiero seguir manteniendo la relación. Siento que la "chispa" ya no está.

Luego hay un rey felino muy loco y extraño que quiere hacerme su esposa o algo así, no me ha quedado del todo claro... ¡Pero tampoco quiero líos con él! ¡Aaagh! ¡Si es que los hombres sois muy complicados!— al final me había desahogado de lo lindo contando mis penas, pero no quería volver a bajar del carro en Arzudistán por todo ese lío...

 —Algo sé. Aprendí algo cuando jugaba con el bueno de Athan cuando éramos niños. Y cuando empecé a viajar adquirí experiencia y aprendí a arrojar cuchillos. Ah, y cuando estuve en ojo de Leviatán un amable inventor diseño mis bolas de malabares. Creo que dirigía allí a otro gremio de aventureros.

Anko, cuando escucha eso, se acuerda de Walter Bluequill, el maestro de Diente de Hidra.

Tremi mira a Anko muy interesado cuando comenta su duda.

 —¡Anda, niña, no esperaba que tuvieras un triángulo amoroso! No me malinterpretes, que tú eres muy mona. ¡Qué emocionante! Veamos, por lo que cuentas parece que tu novio anda siempre muy ocupado, pero creo que no solo le interesas por eso y aquello. De lo contrario se buscaría una fulana, ¿no crees? Pero lo del rey felino me ha dejado loquísimo. ¡Cuéntame más! ¿Es guapo? ¿Fuerte? ¿Amable? ¡Vamos, niña, me tienes en ascuas!

—Ahora que lo dices... supongo...— me llevé la mano al mentón con aire pensativo, aunque no me duró demasiado. —¡Pero yo tampoco puedo estar así, jo!

Con respecto al rey felino... Me puse colorada cuál tomate y aparté la mirada incómoda. —Pues... em... sí, era guapo, estaba de buen ver, no te lo puedo negar. Es fornido, más o menos así de alto, cabello blanco... ¡Y TENÍA TODA UNA MESA AAAAASÍ DE GRANDE LLENA DE COMIDA DELICIOSA!

 —¡Pero bueno, parece un muy buen partido! Y bueno, ¿acaso no te planteas un poquito el ir con ese rey felino?

No parecían ser muy listos pese a haber conseguido tantos logros respecto a la rama política. — ¿Y qué tal si probáis a borrar ese episodio traumático?— se dio unos toques en la sien con el índice para facilitar al grandullón comprender sus palabras.

— El trabajo sería algo aparte por lo que deberá pagarse en correspondencia.

Tristan asiente con la cabeza.

 —Sí, este lugar es seguro y está en constante vigilancia por hombres de confianza— en cambio tuerce la boca al escuchar a Kally —Ya lo intentamos, pero el trauma es tan profundo que resulta imposible borrar esos recuerdos sin dañar su mente de forma irremediable. O al menos eso dijo ella.

 —Eso ya da igual. Por mucho que queramos no podemos borrar lo ocurrido— replica Grimgar, quien acaba de salir de la habitación —Les pido disculpas por esta parada y gracias por la paciencia. Podemos ir al cuartel a por vuestra recompensa.

Seguís a Grimgar al exterior del edificio para reuniros con los demás.

La interesante conversación entre Tremi y Anko se interrumpe con el regreso de los demás, al parecer sin incidente alguno. El viaje prosigue por la capital hasta llegar al cuartel militar.

Grimgar se baja de su corcel con elegancia y con un gesto os pide que le acompañéis.

 —Por favor, seguidme. Tristan irá a por vuestra recompensa pactada, pero tendré que daros un extra.

Seguís a Grimgar por las instalaciones del cuartel, bajando escaleras, hasta llegar a una sala cerrada a cal y canto y custodiada por un guardia sentado en una mesa quien, al veros, se levanta para saludar llevando el puño al pecho.

—¡Majestad! ¿Qué asuntos le trae por aquí?

 —Vengo a recompensar a estos señores con algunos de los artículos que tenemos requisados.

—¡Por supuesto, majestad! Por favor, pasen e infórmenme de qué van a llevarse.

El guardia os abre la puerta mostrándoos un almacén bastante grande lleno de objetos de todo tipo: estatuas, muebles, armas (prácticamente todas de dudosa calidad), cajas llenas de bebidas alcohólicas... hay de todo tipo de cosas.

Os llama mucho la atención un atuendo y una armadura, ambas de exquisita calidad.

Grimgar se acerca a Anko y Kally, quienes no pueden dejar de mirar esos artículos. La maga de hecho nota que la túnica tiene un encantamiento que protege a su portador del daño tanto físico como mágico a un nivel bastante aceptable.

 —¿Os gusta?

 —Vaya unas cosas más buenas que tenéis en el almacén, reycito. Esa armadura es de mitril, fabricación enana de alta calidad diría yo. Y ese traje, creo que está fabricado por grandes costureros elfos de la Arboleda.

 —Eso mismo dijeron mis expertos. Para ser un artista ambulante tienes muy buen ojo con las mercancías. ¿Acaso también eres mercader?

Tremi se gira hacia el rey y le guiña un ojo.

 —Eso... es un secreto, majestad.

 —Bueno, da igual. Podéis quedároslo si queréis. Ah, por cierto... Athan era tu nombre, ¿verdad? creo que tengo algo que podrá venirte bien— va a una parte del almacén y regresa con lo que parece un lingote de metal —Me he dado que le tienes mucho cariño a tu lanza, así que con esto puede que te sirva para reconstruir la punta. Es de una aleación muy rara que mis expertos no han podido identificar. Siento no poder ofrecerte otra cosa, pero presiento que esto es muy bueno.

Eimi en cambio no logra encontrar nada que le llame la atención, al menos hasta que ve en una esquina varios rollos de tela muy bonitas y de muy alta calidad. Tremi se acerca para observarlas y comprobar su tacto.

 —Niña, me sé de unos sastres que matarían por tener estas telas. Tiene unos colores vivos y unos motivos muy refinados, y el material es de muy alta calidad. ¿Te gustan para lo que quieres decorar?

Si no había nada que hacer, poca tajada podría intentar sacar de ahí.

El rey ya había terminado su visita, por lo que no había nada más que hacer en aquel lugar. — Bien, volvamos entonces.

Una vez en el cuartel militar, acompañaron al rey hasta una sala bien custodiada, cerrada a cal y canto. Kally se imaginaba que allí guardaría montones de lingotes de oro, montañas de monedas tan altas que no alcanzaría la vista para ver su cúspide, una piscina de monedas en la que nadar... Pero nada más lejos de la realidad. Era una especie de trastero en el que habían dejado objetos de aquí y de allá. Iba a protestar cuando sus ojos depararon en un conjunto mágico que se podría adaptar muy bien a su estilo y a lo que buscaba conseguir en un futuro no muy lejano.

— Lo quiero— extendió el brazo para señalarlo con el índice.

Y finalmente... Nada sucedió. No hubo pelea, no se repartieron tortas. Las mesas y sillas permanecieron en sus sitios sin astillarse tras impactar en el cogote del primero al que pillase. ¡Ni un intento de puñalada por la espalda!

En cierto modo me sentí decepcionado.

Ocultando esa decepción, salimos del hospicio para volver junto con los demás, para posteriormente acompañar al rey hasta donde nos aguardaban nuestras recompensas; un cuartucho, poco más que un almacén, dónde guardaban todas aquellas cosas con las que no sabían qué hacer.

Y sin embargo, había piezas realmente buenas. Las armaduras que se llevaron la felina y la piromante no tenían nada que envidiarle a la mía... O puede que si.

Eimi tendría la oportunidad de confeccionarse unos nuevos ropajes.

Y para mí... Un lingote. Pero no uno cualquiera, sino uno de un metal extraño y exótico. A mi ojo, bastante inexperto, parecía un trozo de metal corriente y ordinario. Pero en manos de Valaren...

-Lo acepto- Respondí concisamente

—Pues no- — no pude seguir al verme interrumpida por el regreso de mis compañeros y del rey, el cual nos indicó que le siguiéramos para darnos algo más además de la recompensa del encargo, lo cual era muy generoso por su parte, ¿sería un gran banquete?

Le seguimos hasta una cámara muy grande en la que guardaba todo tipo de cosas, pero nada de comida... una lástima. Sin embargo, una bonita armadura dorada llamó mi atención. Me sentaría bien... realzaría mi figura y estaría más protegida en los combates, ¡ninguna pega! —¡Me gusta! ¿Me la puedo quedar? ¿Hace algo? ¿Puedo volar con ella?

Camino entre los tesoros hasta fijarme en unas telas de lo más llamativas. Resulta tan obvio lo que estoy mirando que Tremi acude para asesorarme:

 —Niña, me sé de unos sastres que matarían por tener estas telas. Tiene unos colores vivos y unos motivos muy refinados, y el material es de muy alta calidad. ¿Te gustan para lo que quieres decorar?

 — Sí -digo pensativa, pero termino por negar-. Aunque estaba pensando en mi y no en nuestro hogar, allí pondremos puertas de «Shoji», creo que ya no existen y las echo de menos, tengo algo pensado para ellas -voy a tocar la tela para descubrir su textura-. Estaba pensando en mi modista, con los precios que tiene sería un gran ahorro llevarle las telas y hacer trueque o usarlas para abaratar costes. ¿Crees que serviría para tejer ropa Sizardiana o Zivalia?

 —No sé cómo será esa ropa "sizardiana", niña, pero se podrían hacer unos vestidos zivalios preciosos. ¡Vamos, píllalos!

Anna y Uwyn escogen un par de cosas más. La druida toma una hermosa horquilla para el pelo y el clérigo una especie de colgante con poder mágico sin identificar. Grimgar os mira sonriente.

 —Supongo que con estos obsequios y la recompensa económica os he recompensado debidamente.

Al volver al exterior del cuartel os sorprende ver a dos soldados cargando con un enorme saco cargado de monedas, algo más de 10000 rublones.

 —Ahí tienen, la recompensa por ambos trabajos (la escolta y encontrar a Timmy) más lo que vale la cabeza de Gresaki. De nuevo, gracias por vuestra colaboración.

Y con estos obsequios y un saco cargadísimo de dinero decidisteis regresar a la posada del Nido del Fénix.