Partida Rol por web

Mientras husmeas en el tablón de encargos notas una mano sobre tu hombro.

 —Buenos días, Miyu— Cassandra te dedica una cálida sonrisa —Eloril me contó lo bien que cuidaste de él. Gracias, espero que no te diera muchos problemas.

—Señorita Valentine, buenos días —respondo sonriente el saludo—. Me alegro de verla.

Lo que dice me recuerda entonces las palabras de Eloril y me cuesta un poco mentirle a una amiga, pero si no lo hago estaría faltando a mi palabra. No sé bien qué hacer en esta situación, así que preferiría cambiar de tema.
...
...¿Qué acabo de pensar?
—Em, ¿somos amigas? —Se me vino a la mente muy de pronto, pero no quiero ser imprudente y molestarla, sólo la conozco desde hace unos días y no sé nada de ella.
Y caigo en la cuenta de que la pregunta fue muy salida de la nada, así que añado rápidamente:
—No, digo, quiero decir, me gustaría ser su amiga, señorita Valentine, de verdad la estimo mucho y deseo pasar más tiempo con usted, que me cuente cosas y trabajar juntas.

Es la única mujer con la que he entablado conversación y aunque haya sido por un período todavía escaso, consigo sentirla muy cercana por alguna razón.
...Bueno, están la maestra y aquella capitana rara, pero como que no me siento cómoda con ellas.

Y me quedo mirándola con una cara que recuerda a la de un cachorro que se encuentra solito bajo la lluvia, haciéndole ojitos, esperando su respuesta con una ansiedad que evito expresar.

Cassandra te mira extrañada.

 —La verdad es que yo ya te considero mi amiga— su sonrisa es sincera —Lo poco que hemos coincidido me ha bastado para ver la clase de persona que eres, y sinceramente quiero tenerte a mi lado. Dicho esto, ¿querrás acompañarme hoy? Ahora iba a visitar a la esposa de Jurgen junto a un par de personas.

—De... ¿de verdad? —Tengo ganas de abrazarla, pero no es apropiado. Hace tanto tiempo que no abrazo a alguien. Y creo que nunca he tenido amigas aparte de Saya, que es mi hermana, esto es totalmente nuevo y me emociona, pero me pone nerviosa.
—N-no sé qué decir, muchas gracias, de verdad, me siento tan sola en este gremio tan grande que me cuesta mucho pedir ayuda, ustedes fueron los primeros en acercarse a mí y aprecio mucho ese gesto.

Busco una servilleta en alguna de las mesas para limpiarme los ojos y regreso rápidamente con Cassandra.
Ahora bien, ¿qué se supone que hacen las amigas? sé que se quieren y se cuidan, pero, ¿eso no lo veníamos haciendo ya? Iba a preguntarle cuando de pronto ella habla antes.
—¡Sí! —respondo inmediatamente—. Sería un gusto acompañarla, señorita Valentine, además siempre he querido conocer a esa señora. Gracias por invitarme.

Acompañas a Cassandra a la casa de Jurgen, el cual está en la zona residencial. Su vivienda es modesta, pero suficientemente amplia para una familia. Al tocar la puerta os abre la pequeña Elsa, quien se asoma mirándoos hacia arriba.

—Hola— frunce el ceño mirando a Cassandra y se gira hacia adentro —¡Papá, Cassandra viene a atacarte otra vez!

 —¿Eh? ¡No!— responde avergonzada —He venido de visita. De visita.

—Ya veo...— la pequeña esboza una sonrisa encantadora. ¡Es muy mona!

Elsa os abre la puerta y os invita a pasar.

—¿Queréis agua? ¡Ahora os traigo un poco!

No os cuesta localizar a Jurgen, quien está en una habitación sentado junta a una cama, donde una mujer que,. si bien es muy hermosa, se la nota demacrada por la enfermedad. Se nota que Elsa ha salido a ella.

 —Vaya sorpresa. Gracias por venir.

—Hola Cassandra. Me alegra verte, te has vuelto muy fuerte, lo noto con solo verte— le dedica una sonrisa amable antes de mirarte —¿Y quién es esta chica tan bonita y ágil?

 —Ella es Miyu, se ha unido recientemente al gremio.

—Miyu, ¿eh? Es un nombre zivalio si no me equivoco. Soy Helga, muicho gust...

Helga empieza a toser violentamente.

 —Aguanta, voy a por agua.

—¡Voy, voy!— exclama Elsa cargando con una jarra, pero tropieza y se cae rompiéndola. La niña empieza a lagrimear  y está a punto de ponerse a llorar.

Jurgen se acerca rápidamente a ella y la consuela antes de ir él mismo a por agua, acompañado por su hija. La tos de Helga se calma un poco.

—Lo siento, no estoy muy sana como podéis ver— bromea.

Ella trata de ocultarlo cerrando la mano, pero has podido ver que en la palma había un poco de sangre.

¡Qué linda es! Quisiera también darle un abrazo, pero me contengo.

—Buenos días, señor Jurgen. Doña Helga, por favor perdone mi intromisión. —Saludo inclinándome, pero rápidamente me enderezo, asustada por las repentina tos de la mujer.
Pregunto entonces a Saya con mucha preocupación, si reconoce estos síntomas y si podemos hacer algo por ella, ahora que lo recuerdo, ya se me había ocurrido lo de probar la medicina de nuestra casa, pero mi hermana sabe mucho más al respecto.
—Doña Helga, usted no debe disculparse por su estado de salud, más bien yo debería hacerlo por estar incomodándola en su casa.

 —"No tengo ni idea, pero tiene pinta de ser grave"— ésa es la respuesta de Saya.

Helga esboza una sonrisa tras tus palabras.

—No eres ninguna molestia, de hecho agradezco la compañía.

Jurgen regresa con una jarra y un vaso de agua que sirve atento a su esposa.

 —No te esfuerces demasiado, cariño.

— ¿Más? ¡A este paso se me va a poner el trasero muy gordo de estar todo el rato en la cama!— infla los mofletes molesta.

Jurgen y Helga empezaron a contar algunas de sus peripecias juntos. Te sorprendió saber que Jurgen en su juventud fue esclavo de los elfos oscuros y que fue Helga y un cronomante llamado Sheppard quienes lo liberaron junto a otros esclavos. Y Jurgen recuerda que cuando la vio por primera vez se quedó cautivado por su belleza. También comenta el enorme hombre que se unió al gremio por agradecimiento por ser liberado y porque quería estar cerca de ella.

Los siguientes relatos están llenos de momentos divertidos, con Helga, Jurgen y a veces Sheppard haciendo encargos juntos. Momentos divertidos por la mente simple de Jurgen o por la extrema despreocupación de Helga, que nunca valoraba los riesgos cuando se metía de lleno. Y sin embargo siempre lograron salir de cualquier apuro.

Fue pasando el tiempo y empezaba a hacerse tarde, pues Elsa se estaba quedando dormida. Jurgen le pide a Cassandra que la ayude a acostarla y te pide que te quedes con Helga. Estás a solas con ella, quien te mira más seria.

—Lo sé. Sé que me estoy muriendo, Miyu. Mi marido y mi hija han tratado de ocultármelo, pero son penosos mintiendo. No me arrepiento de nada, ¿sabes? He vivido mi vida siempre al máximo y he tenido un montón de momentos felices y divertidos— esboza una sonrisa radiante que contrasta con las tristes lágrimas que brotan de sus ojos— Solo lamento no disponer de más tiempo. Ver a mi hija crecer y hacerse una mujercita, pasar el rato con mis amigos del gremio, envejecer junto al amor de mi vida... supongo que ése es el precio por haber tenido tanta felicidad. Miyu, ¿me permites darte un consejo?

—¡No diga eso, doña Helga! —Me apresuro en respodner—. Es sólo una enfermedad, las enfermedades se tratan y se curan. Quizás aún no se haya encontrado la forma porque es nueva o rara, pero siempre existe la posibilidad, mi hermana sabe mucho sobre medicina zivalia, quizás podamos hacer algo, ¡no se rinda!...¿eh? ¿un consejo?

No entiendo, ¿qué me iría a decir? es la primera vez que la veo y no nos conocemos, ¿por qué querría aconsejarme algo a mí?

Helga esboza una sonrisa triste.

—Agradezco tus palabras, Miyu, pero no es necesario. Sé que tanto mi marido como la maestra del gremio están removiendo cielo y tierra para encontrar una panacea, y que no les está yendo nada bien. Y sé que están desesperados por encontrar algo. A quien deberías dar palabras de ánimo es a ellos. No puedo ver mi futuro pero sé que mi tiempo se agota. No me mires así, eso nos pasará a todos tarde o temprano— ladea la cabeza —Miyu, el consejo que quiero darte es que vivas cada día como si fuera el último, que lo hagas sin arrepentimientos. Vive, ríe, ama. Hazlo mientras puedas, ¿vale? Pues nunca se sabe cuánto tiempo nos quedará, a no ser que seas vidente.

Se ríe con su propia broma.

—Ah, no sé si esto será excesivo, pero quiero pedirte una cosa. Es mi última voluntad, y no quiero escuchar protestas al respecto. Acércate, por favor.

Si haces caso y te acercas, Helga te dará un cálido abrazo maternal que hace que te preguntes si vuestra madre os habría abrazado así a Saya y a ti.

—Cuando mi hija se convierta en una mujercita quiero que le des este abrazo y le digas que la quiero mucho y que estoy tremendamente orgullosa de ella. ¿Lo harás si tienes la ocasión, Miyu?

—Pídame lo que quiera, señora, por favor —digo sin poder despegarme del abrazo. Espero no estar molestándola, pero no quiero que este rato termine. Me siento tan bien, pero a la vez tan mal, no puedo dejar de lloriquear y no sé qué más decirle, solamente desearía quedarme así más tiempo.
¿Por qué rayos soy tan sensible? cielos... Apenas la conozco y aún así se me parte el alma. No sé lo que significa perder una mamá, pero sí sé lo que es no tenerla y es horrible.
—Shí... u... ré... s-so... —balbuceo sin haberla soltado todavía, intentando sin nada de éxito expresar mi entera disposición a cumplir su deseo—. ...O...nya ...lga...
Asiento con vehemencia con la cara hundida en el hombro de Helga para asegurarme de que el mensaje le llegue por más que me esté costando hablar claramente.

Ya lo he decidido, vendré todos los días a ayudar a esta familia, sea como sea, de la forma que más necesiten.

Helga esboza una tierna sonrisa y te acaricia la cabeza con dulzura.

—Shh... eres una buena niña. Buena niña...

Y así os tiráis un buen rato, en un momento que difícilmente olvidarás.