Partida Rol por web

Sigues a la familia Fuegorrojo hasta el interior del Templo de los Dioses. Allí veis a varias personas en silencio, un par de guardias y en el centro del templo puedes ver a una mujer de mediana edad (que por sus atuendos parece ser una sacerdotisa) y un hombre de avanzada edad y con lentes que pese a su edad parece verse fuerte.

Aquella mujer parece terriblemente preocupada, y se gira al ver acercarse a Pyros y sus padres, abrazándose a Layla.

 —Layla...

 —Cálmate, mujer. Solo hemos escuchado rumores e informaciones incompletas.

 —Y aunque los rumores fuesen ciertos, tu hijo es muy fuerte. No le he entrenado tan duro como para que pueda caer con tan poca cosa.

 —...

Pyros se acerca al hombre mayor.

 —¿Qué ocurre,. abuelo Celdric?

 —Parece ser que Nathan se ha visto envuelto en la batalla del Páramo Muerto entre la alianza de reinos y las tropas orcas. Y hace poco nos llegó el rumor de que se había enfrentado al caudillo de las fuerzas orcas, un señor de la guerra, y que desapareció tras la batalla. Algunos rumores sugieren que murió a manos de ese caudillo orco mientras que otros afirman que escapó gravemente herido. Pero no os preocupéis, Arkan estaba con él, y al parecer el hijo de Erion también.

 —Espera... ¿Nizel está con él? Ese joven elfo tiene una puntería que puede competir con el de su propia madre. Elyssa, sé más optimista, tu hijo iba bien acompañado.

 —Pero se ha enfrentado a un señor de la guerra. Esa clase de oponentes son los que todos deberían evitar a toda costa.

No... nonononono no quiero oír eso, Nathan es el héroe más fuerte del mundo, es invencible. Eso no pasó, no es cierto.

Que alguien me detenga, por favor, o soy capaz de ir a buscar y cortar la cabeza de cada orco que exista en este mundo hasta morirme en manos de alguno. Ya no me importa nada, necesito... necesito... guerra de mierda, orcos de mierda. No, me tengo que calmar, si ahora mismo se escapa el dios zorro delante de toda esta gente será mi fin.

Sin darme cuenta mis ojos se habían puesto rojos, se había acumulado una cantidad absurda de ki, arremolinando el aire a mi alrededor. Cuando vuelvo a mis sentidos dejo inmediatamente de hacer eso, pero descubro la varita que me regalaron partida en dos en mi mano, estaba apretando tan fuerte los puños que estaban sangrando y tanto los dientes que me dolía la mandíbula.

Intento apoyarme en algo para no caerme y tras un fuerte mareo vomito en el suelo.

Me duele mucho el pecho y el estómago.

Es increíble cómo toda la decisión y valor que había armado hace nada se esfuma en medio instante. Perdóname, Saya, tu hermana es una inútil.

Te sientes mal y apenas puedes mantenerte de pie, incapaz de procesar lo que acabas de escuchar. Notas una mano sobre tu espalda y rápidamente te sientes mejor. Te giras para ver que se trata de la sacerdotisa, quien se esfuerza en esbozar una sonrisa. Al verla de cerca compruebas que ha llorado hace poco.

 —¿Te encuentras bien? No te conozco, pero noto que estás preocupada por mi hijo.

 —Ah, sí, tía Elyssa. Ella es Miyu, es una compañera del gremio del primo Nathan. Al parecer él la ayudó mucho.

 —Ya veo. Soy Elyssa Heartlilly, suma sacerdotisa y madre de Nathan. En el pasado también pertenecí al gremio. No te preocupes, seguro que mi hijo ha salido de esa situación. Los Filofirmes son duros de pelar.

A pesar de su sonrisa es evidente que está terriblemente preocupada. El hombre mayor se acerca a vosotras. Visto de más de cerca, no solo parece muy fuerte sino también bastante alto.

 —Elyssa, ¿quieres que contacte con Milene y solicite a sus mejores aventureros para que le busquen?

 —No es necesario, abuelo. Miyu y yo podemos ir a buscarle— Layla reacciona dándole un buen pescozón, poniendo más esfuerzo que anda en despeinarle. Pyros se gira molesto —¡Mamá, me has despeinado!

 —Cierra la boca, zoquete. Puede que tengas talento con la magia, pero no sabes nada de los peligros que hay en el mundo real.

 —De hecho hace pocos días peleé contra un poderosísimo liche. Fue divertido.

Layla le mete otro pescozón, despeinándolo más todavía.

¿Por qué siempre que tengo un ápice de felicidad siemrpe todo se me desmorona? ¿es una maldición? ¿es culpa de este zorro de mierda que me da mala suerte? ¡Estoy bien harta! ¡Harta!

Con fuerza arrojo al suelo los pedazos de la varita y aparto bruscamente la mano de la mujer. Estoy bien podrida de todo, ya me cansé.
—Pyros ha demostrado ser más que valiente y fuerte, no sé si no más que su primo. Además...
Me planto entre él y su tío.
—Pienso ir a buscar a Nathan, sea donde sea que esté y si alguno de ustedes quiere impedírmelo tendrá que romperme las piernas o matarme, está bien claro, ¿no? Aclaro que me pienso defender, así que si lo intentan puede que se lleven algunos rasguños —les digo muy seriamente, casi con fuego en los ojos, luego me dirijo a los chicos—. Si bien me alegraría mucho vuestra compañía, no los obligaré a acompañarme, aunque Pyros me parece que ya lo tiene decidido.

Jules es muy inteligente y podría sernos de gran ayuda, pero no lo veo viajando con nosotros. Espero que de todas formas sienta gran apego por su amigo y no lo abandone, contar con una persona como él para esta locura sería excelente.

Cuando vas a mirar a los chicos solo ves a Eloril. Los demás te miran sorprendidos, y el hombre mayor se acerca.

 —Tienes agallas, joven. Sabes quién soy, ¿verdad?

Pyros se acerca a tu oído humano.

 —Es mi abuelo, Lord Celdric— te susurra.

 —Pyros, por favor...— suspiro —Parece que no hay forma de persuadiros. Vale, podéis ir adelantándoos, pero contactaré con Milene igualmente para que envíe a sus mejores aventureros disponibles.

 —Yo también iré.

 —No. Necesito que lleves la misiva a Milene. Podrás unirte al grupo que forme ella si así lo deseas, pero necesito a alguien resuelto para que entregue la petición lo más pronto posible. Aquí no disponemos de servicio de correo urgente y yo ya no puedo cabalgar a toda velocidad. Ya tengo una edad...

 —... de acuerdo. Entregaré la nota lo más rápidamente posible.

 —¡Ah! Puedo probar eso del teletransporte. Si sale bien podríamos viajar instantáneamente hasta el puesto fronterizo norte y ahorrarnos varios días de viaje. Y de paso te comento que sería mejor dejar aparte a Jules, no está preparado para afrontar el peligro con el que vamos a enfrentarnos.

 —¿Insinúas que tú si lo estás?— te mira —Por favor, vigila al descerebrado de mi hijo.

—Sí, sé miy bien quién es usted, pero no voy a decir lo que pienso porque sería una falta de respeto. De encontrarme en su lugar, con esas legendarias proezas heroicas y una habilidad sin igual, hubiera sido la primera en ir a buscar a mi familia tan pronto hubiera oído la noticia. ¿Qué hace aquí todavía?

Me giro entonces a Pyros, maldición, pensaba que Jules también había venido.

—Voy a sugerir que él venga con nosotros, insisto, sólo nosotros dos somos demasiados estúpidos como para hacer un viaje tan importante por nuestra cuenta.

 —Estoy de acuerdo con ella. Jules parece tener más sentido común, debería ir con vosotros.

Pyros suelta un suspiro.

 —Bueeno, vaaale. Le preguntaré.

 —Ah, un momento. No podéis iros. No sin un buen surtido de pociones y botiquines. Sospecho que os hará falta, por mucho que mi hijo conozca conjuros curativos no siempre estará en condiciones.

 —No es mi culpa lo de mi narcolepsia...

—Quédese tranquila, si en algún momento crítico a Pyros se le ocurre sestear, me encargaré yo misma de darle un buen sopapo para que se espabile.

Bien, Jules en el equipo es una gran ventaja, porque por más que este sea una calamidad andante, sin un cerebro que nos ponga en orden es ...bueno, eso, una calamidad andante.

Ya me hierve la sangre pensando en lo que pasará si me llego a cruzar con un orco.