Partida Rol por web

Acompañas a Justina hasta el templo, y al llegar ves a tu abuelo hablando con una mujer de cabello oscuro.

Te sorprende el hecho de que tu abuelo esté hablando a esa mujer con mucho respeto, mientras que la actitud de ésta es desenfadada.

 —¡No se preocupe anciano! He llegado hasta aquí sin ninguna ayuda aparte del inútil de mi escolta.

Señala con la cabeza hacia un lado, donde ves a un soldado zivalio quien parece estar magullado y herido.

 —Pero no puedo permitir que siga el viaje usted sola, deje que al menos le aporte a alguien que sustituya a su escolta hasta que se recupere— Tesshin entonces te ve —Llegas en un buen momento, Miyu. Señora Fong, ella es Miyu, una de mis nietas. Es una excelente espadachina.

La mujer se incorpora y se acerca para verte de cerca. O eso creías hasta que te fijas en sus ojos. Es ciega.

 —Hummm... Agilidad, una técnica decente y dominio del ki. Ya veo... ¿pero qué digo? ¡Si soy ciega! ¡JAJAJAJA!

—Efectivamente, esta mujer es ciega —respondo cruzando los brazos—. Ha reparado en mi habilidad antes que en este par de cosas raras que tengo. Además ni siquiera me ha visto a la cara.

Ya veo la razón por la que el abuelo se preocupa. Sé que es posible sobrellevar la carencia de visión por medio de técnicas de percepción, pero siempre el no poder ver es una terrible desventaja, ella no podrá desenvolverse sola en algunas circunstancias y por eso no es bueno que viaje sola.

—Ya veo que estás muy segura de ti misma, eso es bueno y sano, pero coincido con mi abuelo en que necesitas compañía, así que vas a tener que soportarme.
Doy media vuelta, pero continúo hablando:
—Voy a buscar a Anabella para que te conozca, ella viajará con nosotros lo quiera o no, le hará bien moverse un poco.

Regresaré luego de encontrarla, trayéndola a la fuerza si es necesario.

 —Un momento...— dice antes de empezar a palparte la cara y luego todo tu cuerpo sin ningún reparo —Vaya... ¿cómo es que eres espadachina con ese cuerpazo? Podrías tener una gran vida engatusando a un noble o a un empresario de éxito.

 —Mi hermana no es tan superflua o materialista— responde Saya —Hermana, si vas a escoltarla yo te acompañaré. ¿A dónde tienes que ir, señora Fong?

 —A la Montaña Roja, al norte de Retiro del Dragón. Quiero conocer al dragón del que se enamoró la legendaria princesa Kiara.

—Por las dudas, aclaro que me refería a mis orejas —añado carraspeando—. Yo no pedí ser así, aunque en casa decían que éramos igualitas a mamá a la misma edad, así que la culpa será de ella.
Aunque, por otro lado, claro que disfruto de mi aspecto, ¿a quién no le gusta ser bonita?

Aparto a Fong con un suave empujón cuando considero que ya palpó lo suficiente, que vamos, entiendo que necesite hacerlo, pero no es tan menester la información que consigue y además me da corte.

—¿Perdón? ¿Entonces ese dragón existe aún? Pensé que ya no estaba en este mundo, que se había ido al cielo de los dragones o algo así. Ahora más ganas tengo de acompañarte, quiero conocer yo también a ese bicho.

Rodeo a Saya con el brazo a modo de mimo.
—Por supuesto que vendrás con nosotras, Anabella también, que si la dejo sola aquí se la pasará ganduleando.

Lei Fong esboza una amplia sonrisa.

 —Estupendo entonces. No me hacía gracia tener compañía, pero parece que el viaje promete con vosotras. Pues nada, me voy a dormir la mona.

Tal como lo dice se marcha dando amplios pasos, y Justina va corriendo tras ella.

—E... ¡Espere, ahora le guío hasta su habitación!

 —¿No ves que tengo sueño? Porque yo no, que soy ciega— suelta otra carcajada.

Saya suelta un suspiro largo.

 —¿Qué le pasa a esa mujer con sus chistes sobre su propia ceguera? Me voy a descansar, hermana.

Llega el día siguiente, y vosotras dos os estáis preparando para el viaje. Cuando acabasteis vais a desayunar, y allí veis a Anabella y a Lei Fong ya comiendo.

La ciega alza un poco la cabeza, sin girarse.

 —Por fin aparecen las gemelas Kawakami. Veo que os encanta dormir.

 —Eso dilo por Miyu, yo tuve que estar 10 minutos para sacarla de la cama— te mira inflando los mofletes —¿Cómo puedes tener un sueño tan pesado?

—Le pasa que es su mecanismo de defensa para tratar de sobrellevar esa invalidez o por el contrario quiere demostrar lo poco que le importa.

Me da igual que no le haga gracia, la acompaño más por conocer ese dragón que por protegerla, lo otro viene de añadidura porque sí.

Debido al entrenamiento fatigoso que estoy llevando, me está dando trabajo levantarme temprano, además mi cama aquí es mucho más bonita y comodita y calentita que nunca, ¿será por el efecto nostálgico? No quiero pensar qué será de mí cuando empiece a hacer frío, puede que trate de hibernar como los osos.
En fin, luego de asearme y desayunar procedí con mi hermanita a ver a la visita y nos identifica sin vernos. Debe tener bien desarollado su sentido de ki, puede reconocer nuestras presencias con sólo un rato de habernos visto, me dan ganas de pedirle que me enseñe el truco.

—Sí, me encanta dormir —tercio con gusto—. Me da la impresión de que detectas presencias como la mejor, ¿quién te lo ha enseñado? Me gustaría aprender, pues tengo algo de base y si mejoro aún más esa capacidad jamás en la vida alguien me podrá pillar por sorpresa.

Cada vez que mi hermanita preciosa me infla los mofletes así me dan ganas de pellizcárselos, así que lo hago para divertirme un rato.

Lei Fong esboza una sonrisa.

 —Sí, tengo mis sentidos muy desarrollados, aunque creo que te refieres a detección de Ki. Me lo enseño mi padre y me llevó muchísimos años de práctica y concentración. ¿Quieres un truco para mejorar el tuyo? Vuélvete ciega.

Saya forcejea para que dejes de jugar con sus mofletes.

 —¡Para, Miyu! ¡Deja mis mofletes en paz!

 —Siempre estáis igual, o sea, buenos días que no había dicho nada antes— os saluda finalmente. Ha estado entretenida con vuestra conversación —Yo ya tengo preparadas mis cosas para el viaje. ¿Y vosotras?

Ya la suelto a Saya, pobrecita.

—Je, no, preciso mi vista para muchas cosas, no me vale sacrificarla sólo para mejorar mi percepción. —Niego con la cabeza, esta mujer está bien loquita—. Además, ¿qué haces si en algún momento te acechan muertos vivientes? Esos no tienen ki que sentir, ¿y los gólem? No, para nada es buena idea cegarme adrede.

—Lista estoy —respondo a Anabella—. Será un viaje largote y por unos sitios donde difícilmente hallemos albergue, así que hay que llevar bastante comida. Nada de carros, lo más probable es que llegue un momento en el que tengamos que dejarlo atrás y no quiero. ¡Iremos enteramente a pie!

 —Para eso tengo mis otros sentidos. Los golems y los muertos vivientes no suelen ser precisamente sigilosos. Y los que sí lo son suelen ser poderosos, por tanto se puede percibir su aura.— responde confiada.

Cuando explicas el plan de viaje Anabella niega con la cabeza.

 —¡Eso es un horror! O sea, me dolerán los pies.

 —No tengo problema en usar un carruaje si así os viene mejor. Siempre podemos seguir los senderos.

 —No pasa nada, podremos viajar a pie.

Escucháis a tu abuelo carraspear. Tiene una expresión muy seria.

 —Tú no irás con ellas, Saya. Debes quedarte aquí para seguir con tu entrenamiento.

 —¿Qué? ¡Abuelo, quiero ayudar a Miyu!

 —¿Cómo serás de ayuda? Apenas conoces lo básico de una sacerdotisa y no será de utilidad contra cualquier cosa que no sea espiritual.

Saya intenta responder pero no sale una sola palabra de su boca. No tiene contestación alguna.

—Em... Saya, creo que el abuelo tiene razón.
Tengo muchas ganas de que venga conmigo, pero hay que ser razonables, paso a explicarle:
—Llevas un montón de tiempo fuera de este mundo, noto que aún te da trabajo incluso caminar, creo que deberías terminar de acostumbrarte y no ponerte en grave peligro mientras tanto. ¿De acuerdo?

Suspiro.

—Por favor, no insistas, no me lo pongas difícil.

Saya agacha la cabeza bastante triste.

 —Es verdad, tenéis razón. Ahora mismo solo sería un estorbo, pero es que... se me hace extraño separarme de ti, hermana.

—¡Te dije que no me lo pusieras difícil!
Ju, mira esa carita y esos morritos...
—A mí también se me complica, ¡pero voy a volver! ¡Ni siquiera tendrás tiempo de extrañarme porque el abuelo te matará a entrenamiento y estudio!

Ahora que lo pienso, si me voy de viaje, mis prácticas con Flavio se verán interrumpidas y aún sigo medio oxidada.
—Anabella, ¿tu papá podría acompañarnos también? No quiero perderme las prácticas diarias.
Aunque si vamos a pasar viajando, tampoco voy a tener tiempo, qué tonta.
—Nada, no importa. ¿Vamos entonces?

No, todavía no.
—Momento.
Voy hasta Saya y le doy un abrazo bien fuertote, bañándola en mimos.
—Pórtate bien, volveré lo antes posible.
Y la suelto, que si no no partimos más.

Anabella y Lei Fong asienten con la cabeza.

 —¿A qué estamos esperando entonces?

Así, una vez estáis listas, partís rumbo a Retiro del Dragón.