Partida Rol por web

El alivio es tan grande que se me forma una gran sonrisa en la cara, con los ojos humedecidos. Gracias Saya de nuevo, gracias. Si llego a encontrar a ese delincuente...

—¿Estás mejor? ¿Puedes levantarte? Te ayudo. —Aún estoy preocupada, la herida no ha desaparecido completamente, aunque debo decir que la poción ha sido mucho más efectiva de lo que pensaba. Añado entonces apartando la mirada—: Debes agradecerle a Saya, ella hizo todo. Si no hubiera sido por ella... yo te hubiera dado de beber la poción, no sabía que se aplicaba en la herida.

 —"También se puede beber, pero pensé que el efecto sería más rápido si se aplicase directamente sobre la herida"—aclara Saya.

Nathan te mira a los ojos pero no parece que esté muy consciente. Aún así pone una mano sobre tu mejilla, acariciándola con suavidad.

Cuando vas a ayudarle a incorporarse te atrae un poco hacia él a la par que su rostro se acerca lentamente al tuyo. ¡Sus labios están demasiado cerca de los tuyos!

—Se... señor Nathan, ¿qué demonios está haciendo usted? —tartamudeo completamente roja, cambiando mi forma de hablar por una aún más extraña y arcaica que la que normalmente uso.

Por alguna razón demoro en reaccionar. No es que esté disfrutando ni nada por el estilo, es como que mi cerebro ha dejado de funcionar tan pronto puso su mano grande y cálida en mi mejilla. Y ahora está incluso más cerca que hoy y...
—¡No es correcto! ¡aún no nos hemos casado! —grito desesperadamente y pongo ambas manos en su boca, empujando tan bruscamente que sin querer le doy la cabeza contra el suelo. Inhalo con fuerza agarrándome los pelos por lo que acabo de hacer. ¡Saya! ¡se pegó en la nuca! ¡ayuda! ¿qué hago?

Siento que el corazón se me está por salir por el cuello. Le revuelvo la bolsa de nuevo buscando el rollo de gasa para ponerle, gritando "¡lo siento!" repetidas veces sin parar.

Con el impacto Nathan vuelve a estar inconsciente. Por lo menos no parece que le hayas hecho herida.

 —"Tranquila, solo le has dejado un poco más tonto. De todos modos parecía no estar consciente del todo. ¿Y qué es eso de que aún no estáis casados, eeh? Eso ya no se lleva hoy en día, hermana. Qué tradicional que eres"— se burla.

Ah, gracias al cielo... Respiro aliviada con una mano en el pecho. Pero aún hay que llevarlo y si no despierta no podré hacerlo, he metido la pata.

¡Saya! ¡Estaba a punto de robarse mi pureza! ¿cómo puedes ser tan displicente? ¡es un sacrilegio! Lo que diría papá si estuviera presente... santo cielo.

 —"Papá solo le golpearía porque no quiere compartirnos con nadie más o le exigiría que se casara contigo si no quiere morir. Era muy intenso y protector con nosotras. ¿Recuerdas cómo persiguió a aquel pobre viajero solo porque nos saludó? ¡Sí, recuerdo que te tapaste la cara y que yo me moría de risa cuando le destrozó los pantalones de un mordisco! Pero creo que ahora diría que tendríamos que preocuparnos por ser felices, sobre todo si vamos a estar solas ante este inhóspito mundo sin su protección. No estoy diciendo que tengamos que volvernos unas cortesanas y entregarnos a todo hombre o mujer, pero tampoco es bueno anclarse a unos valores tan absurdamente conservadores. Escúchame, Miyu, si quieres mantenerte pura que sea porque tú quieres, no porque otros te digan que es lo correcto. Pero un beso no tiene nada de impuro, pues es una muestra muy pura de amor".