Pasáis un rato dándoos dulces besos, cada cual más largo que el anterior hasta que con ese último os tiráis casi un minuto entero. Cuando os separáis Raven te dedica una sonrisa de felicidad.
—Yo también, Miyu— pone ambas manos en tus mejillas para observar bien tu rostro.
Os tiráis varios minutos acurrucados el uno al otro, intercambiando caricias y carantoñas. Llega un momento en el que empieza a venceros el sueño, por lo que va siendo hora de irse a dormir cada uno. Antes de separaros Raven te da un último beso.
—Buenas noches, Miyu.
Cuando vas a tu tienda a dormir ves que Anabella no está allí. Extrañada vas a buscarla cuando ves a Raven regresar con cara de circunstancias.
—... creo que dormiré junto a la hoguera.
Sú que no se escribe con Ñ, puse así para enfatizar.
Lo escribes tal y como ella lo pronuncia, no veo nada malo en eso. Eso me recuerda a la partida de Hombres Lobo de Castronegro en la que jugué, que llevé a un ex-político español que tenía una forma peculiar de hablar por su acento cerrado y lo imité hasta las últimas consecuencias. Según los otros jugadores, era un dolor de muelas leerme pero también divertido y muy fiel al personaje.
—¡~~~~!
Nada más entrar en la carpa ahogo un gritito abrazando mi cara a la almohada, dando vueltas en el colchón y pataleando divertida. ¡Saya! ¡Ha sido mi primer beso!
—Y el segundo y el tercero...
¡Calla!
¡Sus manos eran tan calentitas y suaves! pensaba que se me iba a derretir la cara. Qué desgracia que justo habíamos cenado, ¿habré tenido mal aliento? ¿se habrá molestado? ¿cómo se habrá sentido él? Nunca lo había visto así de alegre.
¿Qué pensará papá? ¿estará feliz también? o... o estaría pateándole el culo desde acá hasta Zival... ¡No! Raven es muy dulce y bueno, además tienen muchas cosas en común, podrían haber sido muy buenos amigos.
—¿Eh?
Estaba tan en otro mundo que tardé en darme cuenta de la ausencia de mi amiga. Qué extraño, si estaba roncando a pata suelta.
Al salir a buscarla no me encuentro con ella sino con Raven y lo miro preocupada al él decirme aquello.
—No hagas eso, te va a dar frío, el fuego está por apagarse. ¿Por qué no regresas a tu carpa? N-no me digas que se metió una serpiente...
Miyu le habrá contado muchas cosas sobre su papá a Raven, así que lo conoce bien.
—... una serpiente no, pero sí otra cosa. Y no creo que quieras saber el qué. No, no, que duermo aquí, si eso me pongo una manta encima. Tranquila que soy más resistente de lo que crees. No me resfriaré.
—"Si te sigue preocupando siempre puedes darle calor corporal. Total, prácticamente ya es mi cuñado"— sugiere Saya.
¡Sayanodigascosasraras!
—Pero espera, ¿qué ha pasado? ¡puede estar en problemas! Anabella no estaba conmigo recién, quizás también le haya pasado algo.
Inmediatamente cojo una de mis espadas y me asomo con precaución a la tienda de las chicos.
Raven te agarra del brazo para detenerte.
—No, Anabella no está en problemas. Créeme, que yo lo sé y tú no querrás saberlo. Tranquila, vete a dormir que todo está bien.
Raven parece un tanto apurado y nervioso.
Bueno, si él lo dice...
—Te creo, Raven —respondo asintiendo con una sonrisa—. Si tú lo dices es porque es verdad, así que no te preocupes, sabes que confío en ti.
Supongo que la habrá visto salir a dar una vuelta o algo, las estrellas son hermosas y es bien probable que se le haya ocurrido también a ella lo mismo que a nosotros. Pero no entiendo qué le habrá pasado a Nathan.
—Sabes, em... se me ha ido un poco el sueño, tanta emoción me dificulta dormir, así que, em...
Pensar de nuevo en lo que proponía Saya hace que me ponga de nuevo colorada y bajo la vista la instante.
—¡N-no, nada, no te preocupes! Trataré de dormir, que mañana planeo hacer muchas cosas para preparar nuestra gesta. Por favor, descansa. Y si, bueno, si te da mucho frío, pues...
No consigo más que murmurar incoherencias al final, sacudiendo fuertemente la cabeza de lado a lado, después me meto rápidamente en la carpa, abrazando mi almohada y rezando para dormirme pronto en vez de quedarme pensando en cosas raras.
Quisiera poder invitarlo a salir mañana, tal vez pasear por el centro comercial o aquí de nuevo por el río, hacer algún encargo juntos o jugar o...
Me pregunto si le gustarán los pechos enormes.
—¡~%#&!
Hundo con fuerza la cara en la almohada mientras me doy golpecitos en la nuca con los puños. ¡Tengo que dormiiiir! ¡No puedo pensar en cosas raras!
Pero me los mira a menudo creyendo que no me doy cuenta, ¿es porque le gustan o porque le da impresión? Y mis orejas feas... me había dicho una vez que eran bonitas, pero habrá sido para que no me sintiera tan incómoda con ellas, ¿no?
Me doy vuelta para quedar mirando el techo de lona, todavía escondiéndome parcialmente detrás de la almohada. Esto va a ser difícil, creo que será más sencillo vencer a Gunnar si aparece aquí ahora mismo que poder conciliar el sueño. Al menos nadie puede ver lo roja que estoy.
Quiero oírlo decirme que me ama, ¿estará mal si se lo pido? Sí, tiene que salir de él. Yo tampoco alcancé a decírselo, me dio mucha vergüenza.
Me pongo de pie y salgo fuera, busco dónde se acostó y trato de avivar un poquito el fuego para que no se le apague echando unos palos más, luego me siento de rodillas junto a él. ¿Se habrá dormido ya?
Cuando vas a la hoguera ves que Raven ya está dormido, tapado con una manta. El fuego seguía encendido y parecía que él lo había avivado antes, pero de todos modos le añades más ramas. Te sientas a su lado y te quedas observándole mientras duerme. En algún momento te quedas dormida a su lado.
Te despiertas con los primeros rayos del sol, y te das cuenta de que tienes la cabeza apoyada en el hombro de Raven, quien sigue dormido. Además te había caído babilla por la comisura de la boca, señal de que habías dormido bien.
La hoguera ya se había apagado por lo que habrá que buscar leña si queréis cocinar algo (o preparar algo sencillo y no encenderla). Sea como sea, es una mañana muy bonita con el cielo despejado y el sonido de la naturaleza a vuestro alrededor. La escena es prácticamente idílica.
Mientras te planteas qué hacer Raven empieza a despertarse y, al verte, esboza una sonrisa.
—Qué bueno que nada más despertarme lo primero que veo eres tú. Buenos días, Miyu.
Se levanta para acercarse y darte un tierno beso. Ambos os quedáis embobados mirándoos mutuamente, al menos hasta que escuchas la voz de Saya.
—"¿Hola? ¿Puedo salir ya o vais a seguir en plan tortolitos?"
Si echas un vistazo ves que Anabella no ha regresado a vuestra tienda... y sin embargo la ves salir de la de los chicos, estirándose con una gran sonrisa.
—Hmmm... qué buena mañana... o sea, que buenos días.
—Ahí tienes a la "serpiente" que se coló en la tienda— susurra Raven con tono chistoso.
Saya, por favor, no te pongas así, sabes que puedes hablarme cuando quieras. Excepto, sí, bueno, em... Perdón. Tienes razón. Pero es que... Bueno, no sé, perdón.
—Raven, buenos días —le digo con una sonrisa radiante, cubriéndome la boca con la mano después del besito y colorada hasta la médula—. Perdón por no hacerte caso, es que, em, me costaba dormirme y además estaba preocupada por que te diera frio y... bueno, ya te habías encargado del fuego, pero igual quise quedarme y cuidar de que no se apagara y, bueno, me dormí...
Ay, le babeé el hombro.
—¡Aah! Eeh, lo siento, ¡perdón!
Busco rápidamente una servilleta y la humedezco para limpiarle la ropa. Me tiemblan mucho las manos.
—Pero, ¿qué estoy haciendo? Estoy limpiando baba con más baba, así no se hace, soy tonta. Lo siento.
Siento que me va a explotar el pecho otra vez, también como si tuviera la cabeza en otra parte, no tengo ni idea de lo que hago.
—B-buenos días, Anabella —la voz de mi amiga me regresa al mundo real, sumado el comentario de Raven, me descoloca un tanto la situación.
—E...¿eh?
Me tiembla el labio, pensando en lo que habrá pasado ahí adentro, mi piel entera ya está del mismo color que el pelo de Nathan.
—P-p-p-p-pero ¡no! ¡Nathan ya tiene a alguien! ¡Anabella! ¡Keyleth es nuestra amiga! —le grito agitando los brazos con vehemencia—. ¿Cómo puedes hacerle eso? ¡Eres muy mala!
Anabella frunce el ceño cuando le recriminas.
—Perdona pero, o sea, Nathan no tiene a nadie. ¿Ya has olvidado lo mucho que hablaba Keyleth de ese Anorfilad? Está claro que no quería nada con Nathan, o sea, que él está libre. Y no sabéis lo que os perdéis porque, o sea, menuda bestia en la cama. Jamás había disfrutado tanto. Por cierto, ¿qué hay para desayunar?
—¡Dejadedecircosasraras! ¡Eso es porque ella no sabe que Nathan no está muerto!
Lo peor es que no puedo decirle a Key, ella no debe enterarse de que Nathan aún vive, ¿qué hago? ¡Es horrible! Y me extraña que él haya hecho algo así, con todo lo que habla de la elfa, me ha dicho lo mucho que le gusta y todo... no entiendo.
—N-no sé, voy a hacer tostadas.
Necesito despejarme la mente, ¡además hacer esas cochinadas ahí mismo delante de nosotros! No, no puede ser, tiene que estar peleándome como siempre lo hace. Pero... Raven dijo que...
—¡Tetetengo jarabe de arce y miel para ponerle al pan! ¿q-quieren?
Me sorprende de Nathan, ¿lo habrá embrujado para hacer...?
¿...Raven querrá hacer esas cosas conmigo?
—¡T-t-toma!
Estoy temblando como una loca, muerta de nervios, sin darme cuenta les he servido miel en las tazas en vez de leche y las rebanadas están en el fuego directamente y no sobre el sartén.
—Y aunque lo supiese, ¿acaso crees que cambiaría el tema? Ella está coladita por ese Anorfilad, no hay asunto por ese lado y Nathan necesita desahogo. Además, se nota que ya tiene experiencia. Ay, amiga mía, o sea, no todos tenemos tus valores y tradiciones.
Raven se las apaña para sacar las tostadas del fuego y arreglar lo de las tazas echándole leche, salvando tu desaguisado.
—La leche con miel es buena para el dolor de garganta— comenta con la mayor naturalidad del mundo —Relájate Miyu, yo me ocupo de servir el desayuno.
Poco después se levanta Nathan, prácticamente vestido pero somnoliento. Anabella le sonríe y dedica un guiño, y él responde levantando la mano e intentando decir un buenos días, pero le sale un enérgico bostezo en su lugar.
—Lo has dejado agotado, Anabella— señala Raven.
—Fue él quien quiso poner tanta energía— responde esbozando una sonrisa traviesa.
El pelirrojo toma asiento y coge una tostada chamuscada para zampárselo de un bocado.
Sí, supongo que tiene sentido lo que dice Anabella, además es cosa de ellos. Es sólo que me sorprende que puedan hacerlo tan despreocupadamente, ¿o se han convertido en algo más que amigos en este tiempo y nunca me dijeron nada?
—Gracias.
Agradezco la taza de Raven y me lo quedo mirando. Mi expresión se torna bastante preocupada y triste, arqueando las cejas. Y... ¿Y si él también ha hecho eso antes...? ha viajado por muchos lugares y seguramente conocido a muchas chicas, quizás... quizás...
Tengo que dejar la taza en el suelo porque me tiemblan las manos, me tiembla todo en general.
—Yo, em, perdón, tengo que ir a entrenar.
No, no puede ser... Aunque, sí, él es todo un caballero, un chico excelente, no sería de extrañarse si... si... mejor pienso en otra cosa. Si voy con Klavier y me pongo a practicar movimientos seguro me distraigo. Espero.
—Hasta luego, nos vemos.
Me levanto y voy a buscar mis armas a la carpa para irme hasta el gremio.
Seguimos en Encargo previo a la caza